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Descripción

Libro homenaje a Diego Armando Maradona al cumplir 60 años de vida. Un recorrido a través del testimonio de más de 70 personalidades que transita sus diferentes etapas deportivas, desde el surgimiento en los Cebollitas hasta su paso por los distintos clubes de acá y el mundo, y por la Selección, primero como futbolista y luego como entrenador. Entre los personajes que dejan su testimonio se encuentran Menotti, Hebe Bonafini, Estela Carlotto, Víctor Hugo Morales, Dolina, Paenza, Pagani, Cherquis Bialo, Apo, Arcucci, Fernández Moores, Gianni Minà, Calica Ferrer, Galíndez, Angel Cappa, y muchos futbolistas y ex futbolistas (Caniggia,  Morresi, Palermo, Mascherano, el Turco García, Valderrama, Pumpido, Fillol, Careca, Alemao, Brindisi, Suker y muchos más). El prólogo es de Fernando Signorini, el histórico preparador físico de Maradona durante las etapas del Barcelona, Napoli y los Mundiales México 86, Italia 90 y Estados Unidos 94. También preparador físico del seleccionado en su etapa de técnico (2008-2010).

Según el filósofo español Julián Marías, los argentinos tenemos una curiosa manera de expresar nuestra admiración por quienes poseen la virtud de conmovernos con su virtuosismo para alcanzar la perfección en cualquier actividad. Ante sus majestuosos logros, no necesitamos más que cuatro palabras para resumir tan prodigiosa capacidad. El contundente “¡Qué pedazo de animal!” se nos escapa con tan espontánea como sonora celeridad. Así, tan barroco calificativo sirve para definir el inalcanzable genio de un músico, un poeta, un pintor o… un futbolista extraordinario. 

Fue a raíz de sus asombrosas genialidades, que el hijo de doña Tota y don Diego se erigió infinidad de veces en el destinatario de ese curiosísimo elogio de pura cepa vernácula. El deleite provocado por su inagotable talento fue una especie de delicioso manjar para ser consumido en los más recónditos lugares del mundo.

En las páginas de este libro, todos podrán disfrutar de riquísimos testimonios que justifican holgadamente la lectura de esta genial ocurrencia de Julio Ferrer. ¡Se los aseguro!

Fernando Signorini