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Descripción

Cuando se habla de identidad latinoamericana, ¿de qué se habla? ¿De repúblicas marcadas por el caudillismo, el populismo y el mestizaje? ¿Del realismo mágico? ¿Cuál es la originalidad de la región que se extiende desde México hasta la Argentina? ¿Qué significa llamarnos América, América hispánica, Indoamérica o América indígena? ¿En qué momento nos convertimos –como un punto de llegada provisorio– en América Latina? ¿Cuál sería ese “otro” del que necesitamos diferenciarnos para encontrar nuestra marca esencial: el Viejo Mundo, encarnado en Europa, o América del Norte, de raíz sajona? Despliegue deslumbrante de historia intelectual, este libro recorre estas preguntas para mostrar hasta qué punto fueron y siguen siendo objeto de desvelo.   Atento a discusiones que comprometen argumentos eruditos o históricos pero también convicciones ideológicas y pasiones políticas, Carlos Altamirano rastrea la obsesión de escritores, periodistas e intelectuales, desde comienzos del siglo XIX hasta el presente, por pensar quiénes y cómo somos, y cuál es la denominación que mejor representa esa entidad siempre en debate. Se detiene en los agitados tiempos de la independencia, cuando Simón Bolívar se preguntaba por la condición de los criollos. Revisa coyunturas como la guerra de 1898 entre España y los Estados Unidos, que despertó la hostilidad de Hispanoamérica hacia el imperialismo norteamericano, o el espíritu reformista de principios del siglo XX, cuando América Latina encarnaba valores de espiritualidad y desinterés en oposición al materialismo de la América sajona. Reconoce otro hito en la segunda posguerra, cuando la Cepal piensa la región desde los problemas del desarrollo y la teoría de la dependencia. Registra también las voces que expresaron desazón frente a Nuestra América, “víctima de una adolescencia eterna”, y las voces que vislumbran un laboratorio de invención literaria y política.   Así, Carlos Altamirano propone una inmensa reconstrucción histórica de la preocupación identitaria de esta América, revelando con maestría que esa trama está hecha de muchos hilos y que no puede reducirse a un único gran relato.