Durante la espantosa pandemia del año veinte Zambayonny plantó un árbol, tuvo una hija y escribió este libro, que es un mapa lleno de anécdotas y guiños para un público muy específico: sus seguidores.
«Desde 1990 hasta ahora», dice el autor, «no hubo día en que no haya escrito un verso, o apuntado una idea, o corregido un texto, o inventado una melodía. Absolutamente siempre estoy haciendo un disco».