Con un vuelo literario reconocido por la crítica y el público, pero sin perder el pulso periodístico, estas crónicas magistrales pasan revista a los hechos que marcaron los últimos años, pero también registran los datos mínimos, las vidas invisibles que pueblan la gran ciudad. Desde el Conurbano a las favelas cariocas, Alarcón pasea al trote por Parque Lezama con Patti Smith, asiste a una boda colombiana, marcha por el Congreso pidiendo la legalización de la marihuana y emprende un conmovedor viaje a sus raíces.
“Estos relatos -prefiero denominarlos relatos antes que crónicas- pueden leerse con la fruición del interés por la aventura, una intrepidez que oscila entre la alegría de vivir y el borde del peligro, la injusticia que pide ser escrachada a gritos. Todo el tiempo Alarcón está planteando un interrogante: cómo se cuenta un paisaje marginal sin demagogia. Porque es allí donde Alarcón detecta lo central de su literatura”.
Del prólogo de Guillermo Saccomanno